Incidencia automovilística

Ayer por la tarde tuve que ir a Sant Cugat en coche a devolver un libro a la biblioteca (todo el mundo sabe que mola más que un kindle). Y me ha sucedido algo extraordinario que a continuación relato. Hoy de nuevo me he quedado fascinado, por un tipo de gilipollas que todavía no había visto. 

Conduciendo he visto a montones de gilipollas. Cada día veo a varios. 

Sin embargo, el que he visto hoy tenía algo que le hace diferente: Había una larga cola para incorporarme al lateral por la salida del hospital general.

Todos los coches se iban colocando en la fila. En esa pequeña cuesta que inicias, y que yo en ocasiones utilizo para ir al Pryca, aunque según mi madre, es mejor salir por el veinti.

Pero de pronto ha aparecido un coche que, a toda velocidad, ha aprovechado un mini hueco para meterse. El tipo ha acelerado y ha dado un volantazo a la izquierda y ha frenado para no comerse al coche de delante.
Por supuesto tres coches han tenido que frenar en seco para no llevárselo a él.

Esto es algo que uno ve todos los días. Es el clásico gilipollas impaciente.

Sin embargo, este tipo tenía algo especial: Llevaba a sus hijos en el coche.
A este tío no sólo no le importaba una mierda su vida. Tampoco le importaba una mierda la vida de sus hijos.

Que tu vida no tenga ningún valor, pedazo de imbécil, es algo que sabemos todos.
Incluso tus padres lo sospecharon el día que naciste.

A pesar de eso, ellos no te metieron en un saco y te ahogaron en una bañera, cosa que tal vez deberían haber hecho porque está claro que como ser humano eres de las cosas más despreciables que existen.

Pero la vida de tus hijos sí que tiene valor. Y mucho.

Así que a partir de ahora, cuando cojas el coche, hazlo sólo. De esa manera, si te empotras contra un arcén, a nadie le importará una mierda.

La indignación ha guiado estas palabras. Yo estoy a tope con Antena 3, y su campaña PONLE FRENO.

Os dejo con un video que grabamos el otro día, cuando salimos a cenar, por BCN. Los alcoholes del puerto plata despertaron a los mejores bailarines de Rubí

 El cerdo del portero de aquella discoteca molona, no nos dejo entrar, no sabía lo que se perdía. He tardado en publicarlo porque había mucho material.