El otro día en el sopor de un partido
de mierda de fútbol y mientras comía de
una manera nada saludable guacamole, le pedí el teléfono a Daniel. Mi único objetivo era mandarle algún wasap
sandunguero a Cristina.
Yo quiero besarla, y ella quiere que seamos
amigos, como en las series de televisión. O sea gente joven y moderna que son amigos.
En todo caso como nuestros objetivos son absolutamente diferentes dedico mi
tiempo a ser un tipo ingenioso y locuaz.
Cuando ya le había enviado varios,
Dani, decidió que era el momento de poner fin a aquella situación. Y me pidió
mi consentimiento para instalarme vía Wifi, la aplicación de wasap. Instantes después
ya lo tenía instalado. Y mi primer wasap, no fue para ella, sino que fue para
Romero, con el que he fantaseado muchas veces con la posibilidad de enviarnos
palabras ingeniosas como “ponzoña, cacerola, agaporni, copón etc”
No he tenido
whatsapp, hasta ahora porque no lo veía
útil, ya que, como demuestra este rinconcito, comunicarme con la gente es algo
de vital importancia para mí. Pero, a pesar de ello, he de reconocer que la
vorágine ha llegado a un punto en el que da miedo meterse, porque parece no
haber salida ni vuelta atrás. Joder desde que tengo la mierda del wasap, me
sorprendo escribiendo a menudo.
Gente tomando
una cerveza en el casino sin mirarse, personas más pendientes de si hay wifi en
la puta estación, zombies a lo Walking Dead que caminan sin mirar ni al suelo
ni a lo que tienen delante y, algo que me resulta curioso, gente que ya no se
mira, en el metro , en el autobús… en ningún sitio.
La mirada de
las personas es algo único, te pueden engañar con las palabras, los gestos,
incluso con una sonrisa, pero la mirada es diferente, no puede ocultar lo que
realmente se siente.
En los noventa (90’), cuando te montabas en el
metro, podías sentir las distintas miradas de la gente, miradas curiosas, miradas
dormidas, miradas indiferentes, miradas interesadas, miradas despectivas,
miradas de coqueteo, miradas, miles.
Ahora todo
eso se ha terminado, cada cual a su mundo virtual, ajeno a los demás, ajeno a
lo real, a lo humano, ajeno a lo que le convierte en persona.
Lo triste es que he terminado sucumbiendo como
el resto, y es que ya lo dijo Groucho. Estos son mis principios, sino les gustan tengo otros
terminaré con ampollas en los dedos de tanto escribir estupideces y
con la vista destrozada de tanto mirar la dichosa pantallita, pero, por favor,
si esto pasa, y te cruzas conmigo, mírame a los ojos…
Pd: le he
prometido a la virgen de Covadonga, que hasta el miércoles no le wasapeo a
Cristina
Pd2: a pesar de todo sigo sin Facebook.
Jajaja Héctor mandanos palabras graciosas al grupo
ResponderEliminarcuando iremos a ver al ecvehomo?
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